Cuando mi alma abandone, mi envoltura terrena,
y a tu alcoba se acerque, doliente y errabunda,
impotente y terrible, mi deseo de amarte,
retorcera mi cuerpo, prisionero en la tumba...
Te gritare angustiado, cuando escuche tus pasos,
caminar por la senda, que recorrimos juntos,
y ese techo de tierra, que me aislara en su abrazo,
araƱare frenetico, en un esfuerzo absurdo...
Ya no podran mis labios, gustar de tus encantos,
que seguiran viviendo, palpitantes y frescos,
que inspiraran pasiones, a pesar de tu llanto,
y seran de otros labios, a pesar de mis celos...
Ya no podra mi boca, mordisquear insaciable,
el marfil suave morbido y celestial de tu cuerpo,
y del humedo beso, que estremecio tu carne,
solo tendran tus fibras, un molesto recuerdo...
Ya no podran mis manos, enredarse en tu pelo,
ni aplastare mi boca, en tus labios sangrientos,
ni crisparas violenta, como garfios tus dedos,
en la incansable almohada, de nuestro amor sediento...
Ven y sientate cerca, de mi lecho de enfermo,
ven y acerca tus manos, que estan limpias y frescas,
a mi frente que quema, el calor de un infierno,
a mis ojos febriles de vagar por la pieza,
cierra bien la persiana, que la luz, me molesta,
ahora, vete amor mio, vete y cierra la puerta.