A pesar del mucho tiempo
Desde entonces transcurrido
Aún mi pecho conmovido
Se remuerde del dolor
De aquel día que, en paseo
Vino a un banco una cieguita
Y a su lado una viejita
Que era su guía y su amor
Y observé que la chiquita
De ojos grandes y vacíos
Escuchaba el griterío
De otras nenas al saltar
Y la oí que amargamente
En un son que era de queja
Preguntábale a la vieja
¿Por qué yo no he de jugar?
Y a punto fijo no sé
Si el dolor que sentí
Fue escuchando la voz de la nena
O fue que cuando miré
A su vieja advertí
Que lloraba en silencio su pena
¡Ay, cieguita!
Dije yo con gran pesar
Ven conmigo, pobrecita
Le di un beso y la cieguita
Tuvo ya con quien jugar
Y fue así que diariamente
Al llegar con su viejita
Me buscaba la cieguita
Con tantísimo interés
¡Qué feliz era la pobre
Cuando junto a mi llegaba
Y con sus mimos lograba
Que jugásemos los tres!
Pero un día, bien me acuerdo
No fue más que la viejita
Que me dijo: La cieguita
Está a punto de expirar
Fuí corriendo hasta su cuna
La cieguita se moría
Y al morirse me decía
¿Con quén vas ahora a jugar?
Y a punto fijo no sé
Si el dolor que sentí
Fue escuchando el adiós de la nena
O fue que cuando miré
A su vieja advertí
Que lloraba en silencio su pena
¿Ay, cieguita!
Yo no te podré olvidar
Pues me acuerdo de mi hijita
Que también era cieguita
Y no podía jugar